¿EL PERIODISMO INSTITUCIONAL TIENE IMPACTO SOCIAL?

Dr. Gaspar Velásquez Morillo. PhD

Este es un tema que está en el ambiente desde que comenzó la Revolución Socialista Bolivariana, en algunas oportunidades es obviado, disimulado y hasta omitido, la lucha ha sido férrea por parte de sectores o personalidades consciente de dotar de importancia, a tan valiosa herramienta de combate para concienciar al pueblo.

La prédica del Comandante Hugo Chávez antes del triunfo electoral y posterior a él, donde se hicieron esfuerzos titánicos para hacer añicos ese maleficio, esa aura maligna que embadurnaba de ignorancia y por la que tenían sometido al pueblo y que gradualmente y con mucha estrategia quedó evidenciado que el periodismo institucional o “cuasi institucional” burgués era el brazo ejecutor o “guillotineador” de las esperanzas y expectativas del pueblo por un futuro mejor.

En el caso del Comandante Chávez con su programa dominical y en la presidencia de Andrés Manuel López Obrador las llamadas “mañaneras” y con el presidente Nicolás Maduro, damos cuenta de la imperiosa necesidad de mantener informado de primera fuente al pueblo para que no sea víctima perenne e inerme de la Guerra Cognitiva Imperial y sus perversos laboratorios de control social.

A pesar de que, con entusiasmo se dice “hagamos uso de medios, redes, paredes y radio bemba” algo intuimos que debemos reflexionar sobre el Periodismo Institucional y para el caso que abordamos en esta oportunidad, de algo adolecemos y que hay que subsanar en lo inmediato y desde numerosas trincheras se deben asomar, propuestas, consideraciones, reflexiones, posturas y sobre todo acciones disruptivas o subversivas.

Hemos avanzado indudablemente, pero la plantilla de Periodismo Institucional es más en números y en recursos que los que emplean creadores de contenidos o personas que incursionan en las redes, dando opiniones en distintos ámbitos del saber. Si a ver vamos, las diversas instituciones del entramado institucional cuentan con Dirección o Departamento de Prensa y/o Comunicaciones, personas calificadas la mayoría, que perciben un sueldo y tienen una posición privilegiada a cualquier instancia de carácter popular.

La histórica visita de hace par de años atrás por el presidente Nicolas Maduro a China, tal acontecimiento histórico, se desvaneció informativamente en tres días, el periodismo institucional, cesó a las 72 horas y nos preguntamos, es que no había más qué decir.

Entonces, ¿quién debe ser marcador en cuanto a matrices de opinión en el país?

El programa de Maduro + aborda un espectro opinático, el Mazo Dando y otros programas y algunas redes vienen ocupando otra porción…pero…aún hay espacios en grises, en opaco, que deben ser llenados; entonces hay una apreciación de no comprender la imperiosa necesidad de la velocidad informativa y como estamos en presencia de “capas informativas” muchas veces distractoras que anula o distrae sobre lo propio que acontece en Venezuela y de los denodados esfuerzos que se hace por el posicionamiento nacional e internacional de la Revolución Socialista Bolivariana para expresar y mostrar sus verdades.   

¿CRISIS DE CREATIVIDAD O CRISIS EN EL PERIODISMO INSTITUCIONAL?

En algunos casos la redacción del Periodismo Institucional es mecánica o automática. Es crisis en la mención de periodismo institucional o es expresión de la crisis en las Facultades de Comunicación Social, hasta la redacción es inercial y lenta o espesa, el periodismo institucional suele ser percibido como burocrático, desconectado de la ciudadanía y carente de creatividad.

No pretendemos herir susceptibilidades, hemos ejercido por años el diarismo y el Periodismo Institucional y estas consideraciones las hacemos en un tono crítico pero constructivo, es que se logra percibir la personalidad de quienes hacen diarismo y de quienes hacen periodismo institucional.

¿Por qué el periodismo institucional tiene poco impacto social?

En una era donde un “tuit” puede incendiar las redes y un “reel” de Instagram movilizar protestas, véase el caso del Comandante Chávez que, en escasos segundos, asumió la responsabilidad por la insurrección cívico militar del 4 de febrero de 1992 y ardió la pradera. El periodismo institucional parece anclado en el siglo XX. Comunicados en PDF, fotos desenfocadas de actos protocolarios y notas redactadas con la pasión de un manual de mecanografía acuática o intergaláctica. ¿Por qué estos contenidos —pagados con fondos públicos o corporativos— no logran conectar con la gente? ¿Es un problema de “falta de creatividad” o de “estructuras rígidas” que ahogan la innovación?

EL ABISMO ENTRE EL DISCURSO Y LA REALIDAD.

Los departamentos de prensa de instituciones públicas y cualquiera sea la dimensión en importancia repiten un mismo “guión invisible”:

1.“El lenguaje espeso”: Textos llenos de "en el marco de", "se llevó a cabo", "en aras de". Nadie habla así en la vida real. 

2. “La obsesión por el protocolo”: Fotografías de autoridades cortando listones, pero cero historias sobre cómo ese proyecto afecta a Juan y María.

3. “El miedo al conflicto”: Evitan temas polémicos, aunque sean relevantes. Prefieren “no molestar” antes que informar.

¿Crisis de creatividad o de sectores?

Las facultades de comunicación social siguen enseñando a redactar gacetillas como en 1990, pero no forman en narrativas digitales.

Los jefes de prensa, los equipos de redacción y las salas de redacción deben ser conformadas por profesionales en las perspectivas de la Investigación – Acción. En la perspectiva Socialista Bolivariana tiene que hacer el desenlace en una llamada para la acción, acción transformadora.

De manera pues que las instituciones -así lo entendemos- ven la comunicación como un trámite, no como un puente.

En aras de la defensa de quienes ejercen el Periodismo Institucional fui testigo así como casi quince personas, directivos de varias instituciones afines, y es que años atrás un alto funcionario llegó a visita institucional a un estado de Venezuela, es recibido con la formalidad del caso, un directivo le presenta a la joven periodista que le va a informar para ponerlo al tanto de la situación y orientar su mensaje institucional, la respuesta de alto funcionario fue cortante, descortés, irrespetuosa, dándole la espalda a la colega periodista: -yo sé lo que tengo que decir…! Ella no pudo evitar que se le enrojeciera el rostro y brotara algunas lágrimas y de forma valiente se quedó en la comitiva de recepción. La abusiva actitud del alto funcionario cambió en un tris el ambiente, a la periodista y a todos/as presentes les incomodó de sobremanera a pesar del disimulo, la estela de comentarios surgió después que el alto funcionario regresó a Caracas. Estimamos que el periodismo institucional es trasversal en cualquier dinámica socio institucional, hay quienes subestiman la profesión y siguen teniendo el concepto “farandulero” del ejercicio del periodismo.  

Después de relatar ese feo momento, sigamos con el Periodismo institucional: ¿Quién lee esos comunicados que nadie comparte?

EL MITO DE LA “OBJETIVIDAD” ABURRIDA.

Los manuales de comunicación institucional insisten en que el tono debe ser "neutral". Pero la neutralidad no tiene por qué ser sinónimo de somnífero.

Comparemos: 
Versión institucional: El Ministerio X realizó un taller de capacitación para 50 funcionarios en los ámbitos de Oratoria y Locución.

Versión humana: ¿Sabías que muy pocos funcionarios saben lo relativo a Oratoria y Locución, por eso no entusiasman a sus subalternos? ¿Esto será un cambio radical en la ascendencia con sus subalternos y compañeros de trabajo? El taller demarcará el pasado y el futuro y será un cambio significativo para el liderazgo institucional. 
El segundo enfoque genera impacto, pero requiere algo prohibido en muchas instituciones: atrevimiento.

LA DICTADURA DEL FORMATO

Comunicados en Word: Letra Arial 12, interlineado 1.5. ¿Quién los lee en 2025?

Fotos estáticas: Autoridades sonriendo en lugar de imágenes que muestren el antes y después de una obra. 

Cero interactividades: Ni encuestas, ni videos cortos, ni hilos en redes. 
Supongamos el caso, cuando alguna institución “sube” documento a su web institucional, hay seguimiento para saber cuántas personas han acudido a enterarse, a mostrar interés, han llegado al final de la lectura. Si una institución lo hace, será la excepción.

Entonces dónde queda “el contar esa historia” está el interés de “TRASMEDIAR” dicho contenido. Con certeza afirmamos, sin audiencia, no hay impacto.

Del boletín de prensa al vacío: ¿Cómo rescatar el periodismo institucional? 

LOS FANTASMAS DEL PASADO

El periodismo institucional carga con tres lastres: 

1.    La herencia burocrática: Se escribe para el jefe, no para la gente. 

2.    El miedo a las redes sociales: Muchas instituciones ven a las redes como un "riesgo", no como una oportunidad. 

3.    La falta de métricas: No miden el impacto y todo lo atinente a ese impacto, solo "número de gacetillas publicadas". 

Soluciones reales (con ejemplos) 

1. Contar historias, no memorias: 

Las Alcaldías, los Consejos Comunales o Circuitos Comunales y hasta la propia Comuna, sin descartar, los ministerios, también están involucradas las instituciones del entramado del gobierno y del Estado, deben convertir sus dinámicas con testimonios de la ciudadanía. 

2. Formar a los jefes: 

Talleres para que los directivos entiendan que la comunicación no es "poner notas en un diario". 

3. Auditorías ciudadanas:

   Que la gente evalúe los contenidos institucionales y dé sus puntos de vista. 

¿Están dispuestas las instituciones a escuchar esto, o preferirán seguir escribiendo para el archivo muerto? El periodismo institucional está en crisis por culpa de formatos obsoletos y miedo a innovar. ¿Qué ajustes necesitas?

Cuando algún periodista, como me pasó, redacta algo distinto, el jefe o jefa y hasta los propios colegas te enrostran, eso va contra la Política Comunicacional y Manual de Estilo de la institución. Yo pregunté y no me respondieron: ¿quién o quiénes lo escribieron? ¿cuántos años hace que publicaron ese documento sagrado que llaman Política Comunicacional y Manual de Estilo? Lo cierto es que todas las institución o instituciones o la mayoría no actualizan la Política Comunicacional y el Manual de Estilo. Lo cierto es que, en la verdad verdadera, nadie sabe en cuál archivo está el o los documentos que contienen la Política Comunicacional y el Manual de Estilo, todo es uso y costumbres de un o una periodista audaz, astuta, "que sabe el contenido" de la Política Comunicacional y el Manual de Estilo, pero tiene años que no lo ha vuelto a ver, si es que lo ha estudiado y no sabe en cual gaveta reposa llenos de polvo y telaraña.

El manual fantasma: ¿Quién teme a la creatividad en el periodismo institucional? 

No calza con la Política Comunicacional y el Manual de Estilo. Esa fue la respuesta que recibí cuando intenté humanizar un boletín de prensa. La pregunta es inevitable: ¿Alguien ha visto esos documentos? ¿O son solo un “fantasma” que se invoca para matar ideas frescas? 

EL MITO DEL MANUAL SAGRADO

En casi todas las instituciones, la “Política Comunicacional” y el “Manual de Estilo” son como “reliquias perdidas”: 

Nadie sabe dónde están, pero todos juran que existen”. 

Nadie recuerda cuándo se actualizaron”, pero se usan para bloquear cambios. 

Nadie los ha leído completo”, pero algunos “periodistas veteranos” dicen conocerlos de memoria. 

LA HIPOCRESÍA DEL “USO Y COSTUMBRE

Lo que realmente rige no son los manuales, sino: 

1.    El miedo”: "Si innovamos y algo sale mal, nos regañan". 

2.     La inercia”: "Siempre se ha hecho así". 

3.    El poder”: Un jefe de prensa que ascendió en 2010 sigue aplicando las mismas reglas de entonces.

4. “Ironía”: Esos mismos equipos que exigen apego al manual, “no dudan en publicar

memes o frases motivacionales en sus redes personales”. 

REFLEXIÓN FINAL:

Si el periodismo institucional no se reinventa, seguirá siendo un monólogo en un mundo de conversaciones. 

Si el periodismo institucional quiere sobrevivir, debe enterrar los manuales polvorosos y escribir nuevos con: 

1.)      Participación ciudadana (que la gente opine sobre los contenidos). 

2.) Actualización anual (que incluya tendencias digitales). 
3.) Flexibilidad (que permita probar formatos sin miedo). 

Será que los directivos de las instituciones castigan la creatividad.

Superar con argumentos el síndrome del “eso no se hace aquí

Cuando un periodista propone algo distinto —un hilo, un video explicativo, una infografía—, choca con tres frases letales: 

1.    "Aquí eso no está permitido" (pero nadie sabe por qué). 

2. "No es el estilo institucional" (aunque el "estilo" no esté definido). 
3. "Podría malinterpretarse" (traducción: "Me da miedo que mi jefe se enoje"). 

Ejemplo cuyo desenlace es castrador de ideas. Una periodista joven en una alcaldía sugirió sustituir los boletines por “audio notas” en WhatsApp. La seca respuesta: "Nosotros no somos influencers". 

 

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