COMANDANTE AMIGO…
Ya van dos años de la partida de
Hugo Chávez Frías y parece que fuera ayer; vaya pues este modesto homenaje
tatuado en la web para todos los corazones de latir patrio, así como para las y
los destinatarios de todos los tiempos:
YO LO VI DE CERQUITA…
-Desnudo de cuerpo pero rico de alma.
-Es una paleta de colores hasta con el color de la esperanza.
Ella en solemne silencio escuchaba…
-Una sonrisa hasta en la adversidad, convencido de que se puede.
-Sus huellas dactilares están recubiertas de ternura y terquedad para estar
en la vanguardia.
Ella en solemne silencio escuchaba…
-A cada pétalo que se quedaba en el camino, le nacían miles de flores.
-La algarabía de la chiquillería le hacía volar sobre los tiempos
terrenales.
Ella en solemne silencio escuchaba…
-Tu venganza hacia la oscuridad del pasado eran muchísimas y vibrantes aulas
de clases abiertas con grandes ventanales.
No hubo camino, trocha o avenida en la Venezuela en la que no dejara su
huella.
-Yo lo vi! Yo lo vi!
Cada quien narraba los detalles del encuentro, las pinceladas en el lienzo de
la conversación daban todos los colores del trazo aéreo del arco iris.
Ella en solemne silencio escuchaba…
Cada oportunidad como esas quedaban apostilladas en la memoria de cada quien
como acto fehaciente de vivir en una época.
Las voces de la tertulia se fueron callando como se apaga la llama de una
vela, quizás reservándose cada quien, quizás guardándose cada quien, lo mejor
de cada anécdota en el deleite del recuerdo.
Pero su pecho no aguantó más…y estalló como un tierno volcán, con voz
trémula pero audible con la incontenible lava que la quemaba por dentro, dijo
breve y concisa con la mirada brillante:
-Yo lo vi y lo veo todos los días cerquita de mí.
Pidió permiso a las y los presentes,
se fue a la cocina, la siguió su nieto que retoñaba, lo complació y lo
cargó, éste le secó las lágrimas con sus manitas y le dijo mitigando su dolor: -abuelita…
Sabes? Le dijo ella como aspirando fuerza y arropándolo con toda la
protección del mundo en sus brazos:
-él me inspiró para aprender a leer y a escribir, ahora sé para donde voy
en la vida…
La dulce ternura hecha niño, le requiere una respuesta por segunda vez:
Quién abuelita?
Ella vuelta a la realidad le brota la voz del alma:
Niño, es él –señala un afiche- el Comandante Chávez.
-Vamos, vamos –trata de entusiasmar al crío- que esperan por el café.
Ella con un profundo suspiro le
confiesa con entusiasmo a su nieto como si fuera un sagrado secreto:
- Sabes? Chávez huele a café… huele a libro…
Gaspar Velásquez Morillo
Caracas, 03 de marzo de 2015.
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