¿CONSPIRAN ALGUNOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN?
Gaspar Velásquez Morillo
Los propios rivales de la derecha y la ultraderecha lo consideraban un enemigo natural, sus desmedidas ambiciones –ocultas o disimuladas- son de vieja data, algunos de quienes lo enfrentaban y le enfrentan les pronosticaban un final infeliz; otras y otros le admiraban en secreto su habilidad para desenvolverse en el filo de lo institucional y lo no institucional, pero quien de seguro se mostrará satisfecho es uno con quien militó en años anteriores y quien le vaticinó “si se lanza el Código Penal al cielo y al caer abierto en cualquier página, más las que mueva el viento, ya de por sí es una acusación contra él”.
En la Venezuela de las cuatro últimas décadas, la política no sólo la llevaron a cuesta las y los activistas políticos de los partidos, quienes por razones históricas fueron desplazados a regañadientes del escenario social, además, por sus propios errores garrafales, y en su sustitución, algunos dueños de medios de comunicación privados trabajaron para que ello fuera así en los sótanos de la política, entonces pasaron a tomar con mucho empeño y dedicación ese cambio de roles en la sociedad venezolana.
A pesar del pacto que hicieron algunos dueños de medios de comunicación con las élites de los partidos de derecha, no negociaron la autoconciencia de su supremacía coyuntural y de la nueva época que se abriría para los medios de comunicación en el futuro inmediato, con el desarrollo de los sistemas de redes e informáticos, su ampliación satelital y su desplazamiento global, y entonces, las élites los partidos de ultraderecha y los conversos con una venía reverencial admitieron por la vía de los hechos que era y es mejor entenderse con los dueños de los medios de comunicación privado que enfrentarse a ellos porque esa sería exponerse al ostracismo mediático en la escena sociopolítica.
En Venezuela, los partidos del status oligarca están sujeto a que su práctica se reduce a si aparece alguna nota, entrevista o comentario por cualquier medio y si el centimetraje es un tanto mayor que el de la otra organización partidista de derecha, ya eso es un regocijo interno y una medición subjetiva para hablar a nombre del pueblo venezolano.
Se puede afirmar que estamos en presencia del espectáculo como forma de hacer política.
Ahora bien, ¿un medio puede o debe publicar todo lo que llegue a una mesa de redacción? existen criterios para sopesar las pautas de la legislación al respecto, o un dueño publica lo que le plazca o lo que le interese sin evaluar los efectos, las consecuencias en el público y considerarse inmune e impune con las responsabilidades éticas, legales, así como gozar y pregonar a sus anchas el libre albedrío.
Lo que sí es cierto, es que el Estado y el gobierno tienen sus responsabilidades ajustadas al interés nacional, colectivo y a garantizar los derechos subjetivos de la sociedad.
La pulseada está en la mesa y cada quien con sus atribuciones y responsabilidades propias y pertinentes. Todo parece indicar que el Estado y gobierno deben hacer imperar la ley, y no permitir que una nación y su población, esté sometida a la zozobra, a la angustia, al desasosiego, según los intereses particulares de algunas y algunos que quieren chantajear, manipular tanto a los partidos cualquiera sea su signo, así como manipular al gobierno, al Estado y a la misma sociedad.
El desprecio de algunos medios de calificar de “sapos” al pueblo, porque como dijo el presidente Nicolás Maduro- la mayoría del movimiento obrero sindical es bolivariano y defienden sus intereses de clase. Lo dicho se añade a lo que un pasado reciente le endilgó en una interpretación al pueblo, el pueblo venezolano es ignorante, anda con bollo de pan en una mano y en la otra una “carterita de ron”.  
Mientras que a sus copartidarios fascistas y de ultraderecha, los medios privados, les endulzan sus acciones con adjetivos calificativos que lo que brotan es miel, tan sólo para engañar incautas e incautos y a quienes nos son como ellos, no piensan como ellos y no son sumisos como ellos quieren, entonces le califican de gentuza.
Hay una verdad irrebatible, la historia la hacen los pueblos.
Facebook / Gaspar Velásquez Morillo
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