LA DECISIÓN INCONSULTA DEL GABO
Gaspar Velásquez Morillo
Alguien me contó, ahora no
recuerdo bien quien me lo dijo ni cuáles eran las circunstancias para
decírmelo, pero lo cierto es que me dijo que en una oportunidad un gran líder
caribeño expresó una confidencia, “que no recuerda ninguna decisión que haya
tomado sin haberla consultado”. Yo guarde silencio por fracciones de segundos,
hasta que mi mente me expresó a mí mismo: -a qué niveles de confidencialidad
llegan los grandes hombres que uno cree que las decisiones son exclusivas, no,
son compartidas…quiénes serán esos con quien comparte…para cada hecho… los
particulares de la materia, me dije.
Ahora bien, queda la incógnita
de, a quién o a quiénes, consultó el Gabo para marcharse:
Con la voz
casi quebrada…
cerró la
puerta de la vida,
bajó la
mirada, sonrió inconforme,
par de
lágrimas se asomaron recorriendo sus grietas faciales.
Con la voz
casi quebrada…
anotó unas
palabras en el viento
se disculpó abatido
con los muchos temas
y con muchos
personajes que le esperaban impacientes
al otro lado
de la puerta.
Con la voz
casi quebrada…
indescifrable
fue el gesto con que apartó sus cabellos de la frente…
Se apenó también
antes sus lectores ausentes en el allí…
pero no en
su mente,
-Me acompañaban
e íbamos hurgando, yo les decía allá y me seguían…
Con
travesura infantil confesaba: -me les escondía en el trayecto.
los paseabas
por los campos de la imaginación…
los traía a
la realidad…
luego los
dejaba dentro de baúles de recuerdos
y con curiosidad
me detenía a ver cómo salían al cabo de los días…
me
preguntaban qué cómo lo hago…
pero era muy
difícil precisar una respuesta,
casi que
obligado y sin abandonar la sonrisa sacaba una tarjeta de la manga con
cualquier formalidad,
explicarlo
es hacer otro cuento más.
Se sentó en
su cama o…
a lo mejor
el Gabo está en una sala de cine…
en su
horario habitual
viendo el
largometraje de su vida
o estará en
su apartamento alquilado de San Bernandino en Caracas,
con las
ventanas de par en par
deambulando
desnudo buscando la musa por cada rincón
sin
importarle las y los fisgones…
Dar es estar
desnudo para dar o para recibir
Qué
laberinto la respuesta del… depende!
No se
escucharon sus pasos
A lo mejor
complicidad porque se le quebró la voz…
Tomó su rosa
amarilla, se la colocó en el pecho,
la tarjetita
decía: les pido disculpa por mi ausencia,
pero les
retribuiré mi gratitud eterna con olor de tinta de imprenta,
veré después
que les dejo escrito por allí.
Seguro que
se acostó en su cama sereno para aparentar dormir,
El Gabo no
abandona su realismo mágico…
ni siquiera
para marcharse.
Facebook /
Gaspar Velásquez Morillo
@gasparvelasquez
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