LA ÚNICA DERROTADA FUE LA GRAN PRENSA
COLOMBIANA POR CRISIS EN LA FRONTERA
Gaspar Velásquez Morillo
Culminada la cumbre en Quito – Ecuador, entre Juan Manuel Santos y el presidente venezolano, Nicolás Maduro, con acuerdos interesantes y que luego comisiones binacionales ventilaran en sus respectivos ámbitos de competencias, da la medida del reconocimiento por parte del gobierno colombiano en la admisión de los problemas planteados inicialmente -y por siempre- por el gobierno venezolano: actividad desenvuelta de paramilitares, narcotráfico por la libre, bandas criminales que aterrorizan a la población de ambos países, contrabando de extracción de Venezuela hacia Colombia ante la indiferencia de autoridades neogranadinas, el ataque a nuestra moneda a través de alevosas acciones de las casas de cambio en la frontera donde el Banco Central de Colombia y el gobierno se desentienden, esto por mencionar, entre otros muchos problemas que afectan a Venezuela y tácitamente quedó en la cita quiteña el llamado de atención a las cúpulas gubernamentales del hermano país que se ocupen de su frontera.
Lo concordado a saber fue: 1) Construir un acuerdo que solucione los problemas de la frontera común. 2) Fortalecer el diálogo bilateral. 3) Retorno inmediato de embajadores de Venezuela y Colombia. 4) Realizar investigación profunda de la situación en la frontera. 5) Reunir equipos de ministros para tratar temas sensibles el miércoles 23 de septiembre del corriente año. 6) Progresiva normalización de la situación en frontera. 7) Continuar trabajando con el acompañamiento de Ecuador y Uruguay.
Considero en lo particular, que hasta el momento que hubo ganancias mutuas, y ya el presidente Maduro lo refrendaba en su intervención en la rueda de prensa posterior al encuentro: “No hay cabida para el odio, la intolerancia y el revanchismo, solo hay espacio para el diálogo y la paz”, ya antes había afirmado: “Hoy triunfó la sensatez y la paz”.
En mi juicio particular y preliminar, si hubo alguien que salió mal parado y trastabillando, fueron los grandes medios de cadenas privadas de comunicación colombianas, quienes con su visceral política editorial, que además con su copiosa y profusa reiteración, pretendieron enturbiar las aguas de la comprensión, del entendimiento y del respeto mutuo, estos medios privados embriagaban a los pueblos de intolerancia, de un revanchismo histórico, que ya es tiempo de deponer contra una nación hermana como Venezuela, que más bien busca la concordia, la fraternidad y es mentora nata e histórica de la hermandad que viene desde nuestros comunes Libertadores y que se ha tejido en el sentimiento de ambos pueblos.
A los grandes medios privados de comunicación de Colombia y enemigos de la paz con Venezuela, se les mojaron el cuero de los tambores de la guerra. Considero que no pasará mucho tiempo, cuando dichos medios sean interpelados y cuestionados, como propiciadores para que la paz -ahora interna de Colombia- no llegue a feliz término como exhortó el Papa Francisco.
Falta mucha tela que cortar, pero ya se principió el camino, creo que no desluce decir Amén cuando hasta el mismísimo Papa clama por el entendimiento y el cese del derramamiento de sangre de la fratricida guerra interna que vive Colombia desde hace más de cinco décadas y que salpica bien feo a los pueblos del continente y da la talla de quienes quieren y de quienes no quieren la paz interna, la comunión interna.
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